La Universidad Técnica Federico Santa María (UTFSM) posee varios murales de Eugenio Brito, tanto en su edificio principal de Valparaíso como en sus sedes de Viña del Mar y Talcahuano. Las más monumentales son las ubicadas en su casa central del puerto, en el hall de ingreso por su fachada neo Tudor. Cada uno mide 16,20 metros cuadrados y fueron realizados en 1972, en pintura acrílica sobre un soporte de dos planchas unidas de fibra de vidrio con resina de tres por 2,7 metros cada una, dando una medida total para cada mural de 3 por 5,4 metros. Las obras fueron concebidas como expresión institucional visual de las aspiraciones e ideas fuerza concordadas en los claustros reformistas y adoptados por la comunidad universitaria. Las que Eugenio Brito acoge y reelabora con el léxico formal e icónico que le es propio.
Mural de la izquierda
El artista incluyó en este mural, elementos referenciales propios que pueden resumirse en las siguientes ideas fuerza: el despertar comunitario a la conciencia social; el rol de la tecnología en el progreso de Chile (hacer Nación); la UTFSM como generadora, guardadora y transmisora del saber técnico, humanista y universal; el traspaso generacional del conocimiento; participación institucional a través de campus y sedes, en el remodelamiento de la sociedad y el ethos nacional y global; la investigación y propagación del estudio como herramienta del progreso humano y social; y la confianza en el rol humanista que debe tener la tecnología para estar al servicio del hombre, advirtiendo que debe ser integrante y no aisladora.
La concreción plástica de este programa elaborado por el genio de Brito sobre la base de estos anhelos detectados por él, fue desarrollada con una natural creatividad madura, sin caer en estridencias expresionistas, logrando apelar a sensaciones, sentimientos y racionalidad por el poder generador de sus imágenes. Estas hablan desde lo profundo del ser humano y nos invitan a integrarnos a la reflexión sobre su filosófico contenido que es presentado en un lenguaje claro y distintivo.
Este mural está planteado como un gran juego de perspectivas, una global y otra sectorizada, articuladas inteligiblemente. Ello permite y ayuda a realizar diferentes recorridos visuales junto con ir tomando conciencia del repertorio de elementos composicionales y simbólicos que Eugenio Brito maneja magistralmente. Porque organiza con destreza funcional la disposición, conexión e integración de los diferentes planos cromáticos, para, mediante la conjugación de ellos, crear y compartir profundas especialidades al servicio de puntos de fuga que concitan la atención visual. Todo ello le va otorgando al mural una potente fuerza presencial, integrándose y valorizando el amplio espacio arquitectónico en el que está inserto, reiterándonos visualmente la atracción ejercida por esta gran fuga que absorbe y cautiva la atención. Estos recorridos imantados nos incitan, mediante gamas de color y tonalidades generosas, a seguir las diferentes disposiciones topográficas organizadas en la obra. Con este sutil enganche propone los recorridos temáticos antedichos, invitando, a través de su lectura, a no sólo ser copartícipes conscientes de los mensaje inscritos con la fuerza expresiva de sus símbolos, sino a descubrir y crear otros contenidos gracias a la lucidez de sus metáforas plásticas que subyacen orquestando la composición general de su correlato trascendente, destacando los valores esenciales que conforman el ethos del plantel universitario.
Mural de la derecha
Si el mural izquierdo versa sobre el origen y la esencia de la UTFSM como receptora y transmisora del saber científico y tecnológico, su función académica formativa y su rol patrio y social, el derecho se refiere a los antecedentes de ese saber y sus proyecciones. Para lo cual utiliza el artista el mismo léxico de volumetrías, perspectivas y gamas polares en torno a fríos y cálidos del abanico de colores y destacando las siguientes ideas fuerza: etapas de la adquisición de conciencia de la humanidad; los inicios del saber y el paso del tiempo; la formalización del saber y su institucionalización; el proceso permanente de construcción y transformación de la sociedad; la esperanza social del aporte de la tecnología y los aportes que en este sentido hace la UTFSM.
En la estrategia plástica utilizada por el artista prevalece una doble geometrización al servicio de dos puntos de fuga significativos que dividen, centran y articulan la obra. Uno orientado oblicuamente desde la base izquierda hacia el centro derecho, destacando un punto clave. El otro condiciona y atrae todas las líneas de diagonales modificando las anteriores proyecciones hacia un eje con centro en la parte superior, que absorbe en la sección áurea el gran rostro que domina y da sentido al mural.
Respecto del color y su distribución cromática, hay dos zonas de vibración polar. La inferior de baja vibración en torno a los azules que conjuga con todas sus variantes tonales cargando a la izquierda las que llegan al blanco y en la derecha las que alcanzan al negro. En cambio en las zonas superiores predominan los de alta vibración, expresados en haces y volúmenes que se mueven entre colores violáceos pardos y sus complementarios, conjugándose con similares, también en la zona alta, del mural del frente.
Todos los volúmenes van ascendiendo, convertidos en piezas orientadas hacia una cabeza en construcción, semivacía, iluminada de radiaciones violáceas de distintas tonalidades. Marca la culminación superior del tema, anunciando un brillante y luminoso amanecer para la civilización si hace uso positivo de la técnica. Su impasible e inexpresivo rostro de referencia clásica se nos presenta como de un mármol blanco, frío y pulido, con sus partes elevadas todavía toscas. El interior de la cabeza está vacío, pero dotado de unos nichos modulados, la mayoría transparentes que permiten ver el cielo y evocan el interior del Panteón Romano. Se observa un cielo con nubes como cerebro. Alrededor de la cabeza surgen volúmenes flotantes que buscan su lugar en el acople de dicha cabeza en sus distintas partes. En muchos de estos volúmenes, a su vez, se ven seres diminutos elaborando esta cabeza que, cuan rompecabezas, representa la cultura social.
Resulta digno de mencionar que el artista le ha conferido al rostro rasgos robotizados y muy asépticos. Su mensaje resulta obvio, es su temor a que la exagerada tecnificación llegue a mecanizar a tal punto al hombre que terminaría despojándolo de sus emociones y vitalidad, corriendo el riesgo de petrificarse, situación que obligaría a la humanidad a reiniciar un nuevo ciclo de vida, como el narrado en el mural.
Hendrick van Nievelt Nicoreneau, profesor de Historia del Arte, Magister en Historia de América.
Ph.D en Filosofía y Letras, Mención Historia del Arte.
Este artículo es parte del Libro “Eugenio Brito, Una mirada personal”, autora Paula Brito Figueroa. 2010